«A veces, perderlo todo es la única manera de encontrarte». Esta podría ser la frase que resuma el libro, que es mucho más que una autobiografía o una crónica deportiva: es una invitación a adentrarse en la vida de un hombre que se enfrentó, una y otra vez, a lo inesperado.
El pasado domingo se jugó la gran final de uno de los torneos de tenis más importantes, el Roland Garros. Después de un partido monumental entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, el primero se alzó con el premio. Por esta razón no puedo dejar de presentaros el libro que Plaza & Janés acaba de publicar: Un rival impredecible, de Carlos Cuadrado, quien, desde muy joven, apuntaba maneras en el mundo del tenis.
El autor compartió entrenamientos y torneos con algunos de los grandes nombres del deporte español: Rafa Nadal, David Ferrer, Tommy Robredo, Feliciano López… Su talento lo llevó a lo más alto cuando, en 2001, se coronó campeón de Roland Garros Junior, firmando la victoria más rápida y contundente de la historia del torneo. El futuro parecía escrito: iba a ser una estrella del tenis mundial. Pero el cuerpo le puso un límite. Las lesiones lo obligaron a retirarse antes de tiempo, cuando apenas estaba despegando.
Un rival impredecible comienza en ese momento de ruptura. El joven prodigio se queda sin carrera, sin rumbo y, sobre todo, sin identidad. La vida que había conocido —entrenamientos al amanecer, competiciones, presión constante— desaparece de golpe. Lo que viene después no es un camino recto hacia la recuperación, sino una travesía tortuosa, errática y profundamente transformadora. Carlos decidió vender todas sus pertenencias y comprar un velero, sin apenas experiencia previa en navegación. Zarpar hacia lo desconocido fue su forma de seguir adelante. Entre tormentas, calmas chichas, islas remotas y encuentros insólitos, Cuadrado fue reconstruyendo su vida lejos de la pista y cerca del mar.
En su periplo de cuatro años alrededor del mundo, aprendió a enfrentarse a un nuevo tipo de rival impredecible, salvaje, indomable y muchas veces interno.
El libro se mueve entre géneros: parte memorias deportivas, parte relato de aventuras y, sobre todo, testimonio humano.
Esta historia está llena de escenas que atrapan: la navegación en solitario bajo cielos plagados de estrellas, la tensión de cruzar zonas con riesgo de piratería, la convivencia forzada consigo mismo en semanas sin contacto humano, las tormentas que amenazan con tragarse el barco y todo lo que lleva dentro. Y, por supuesto, los momentos de paz, belleza y asombro que solo una vida al margen de lo convencional puede ofrecer.
Un rival impredecible nos recuerda que, a veces, lo mejor que te puede pasar es enfrentarte al rival que no esperabas.