La primera vez que abrimos un libro solemos tener un motivo para ello, sin embargo, El teléfono de Dios es de esas lecturas que parecen elegirte a ti, no al revés. Esta novela llega con una promesa silenciosa: la de acompañarte en una búsqueda que quizá ni siquiera sabías que estabas emprendiendo.

Su punto de partida es tan desconcertante como poderoso: un hombre derrotado por la tristeza decide invitar a cenar a un desconocido y recibe a cambio el número de teléfono de Dios. Lo que podría parecer una extravagancia se convierte en una llamada —literal y metafórica— que trastoca su vida. Una voz al otro lado de la línea lo sabe todo sobre él: sus heridas, sus miedos, sus deseos más profundos. Y, sobre todo, aquello que nunca se ha atrevido a preguntar.

Lo que sigue es un viaje íntimo lleno de misterio, emoción y claridad espiritual. El protagonista plantea esas preguntas que todos hemos formulado en silencio: por qué sufrimos, qué sentido tiene el amor, dónde se esconde el propósito de la existencia. Con cada conversación, la novela despliega un diálogo honesto entre lo humano y lo trascendente, entre la razón que duda y la fe que anhela comprender.

Esa es la fuerza real de esta historia: nos invita a mirar más allá sin exigir que dejemos de ser quienes somos. No sermonea, no impone, no pretende convertir. Propone. Acompaña. Y permite que cada lector encuentre su propia resonancia en esas llamadas que parecen dirigidas, en realidad, a cualquiera de nosotros.

Inspirada en una historia real, la novela combina la sensibilidad y la experiencia espiritual de Francesc Miralles, que con la ayuda de dos colaboradores, Adriana Hernández y Marc Vives, firman un texto que se lee con fluidez, pero que permanece mucho después de cerrar la última página.

Si buscas una novela que te remueva, que encienda preguntas y que te regale una forma distinta de contemplar la vida, El teléfono de Dios es una apuesta segura.

EL TELÉFONO DE DIOS DE FRANCESC MIRALLES